Hay que abrir la mente para dejar entrar este conocimiento.
Se puede obtener todo de una vez, o se puede tomar algún tiempo para preparar la mente, de modo que el poder que tenemos pueda producir su efecto. Pero no hay que esforzarse demasiado. Hay que estar seguro de que el poder está ahí, y aprender a hacer uso de él.
Al mirar en torno mío, hice la significativa comprobación de que los hombres y las mujeres que usan su poder son gentes que destacan. Hay algo que les hace abandonar sus circunstancias vulgares, y se elevan sobre el nivel corriente.
Cuando comiences a ejercitar este poder en tu propia vida, te hará destacar entre tus amigos y personas queridas. Inmediatamente advertirás una diferencia en ti, en el modo en que te expresas, en el modo que actúas. Esto significa que uno comienza, quizás por primera vez, a ser uno realmente, a aprovechar las oportunidades que tiene a su alrededor, a desprenderse de las viejas ideas y limitaciones, y a pedir lo que es legítimamente de uno, lo que podía haber alcanzado mucho antes, si se hubiera comprendido el modo de liberar el poder interior en la vida.
Miles de los que usaron la fuerza interior para el mal, ocasionaron su propia destrucción. Obtenemos de la vida exactamente lo que ponemos en ella, ni más ni
menos. Esta es una vieja perogrullada, pero nunca se repite lo suficiente. Cuando ponemos buenos pensamientos, esfuerzos constructivos, y buenos actos, recibimos en cambio cosas semejantes, porque:
"Las grandes verdades de la vida sólo son conocidas por quienes están preparados para aceptarlas..."
"El hombre recoge lo que ha sembrado".
Tu tienes el derecho a todo lo que sea bueno para tí, cualquier cosa que te beneficie, que te haga más feliz, más libre, y más próspero. Cada vez que piensas; “Me gustaría hacer esto, o ser eso, o tener aquello”, es la voz de Dios en tu alma la que te dice que ha llegado el momento de dar un paso adelante, de llegar al éxito y ser feliz.
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