Recuerda siempre que las decisiones implican renuncia y
aunque sea doloroso busca siempre "un bien por un bien
mayor".
Todos los días, al despertar, decide ser feliz, vivir con
optimismo, con alegría y entusiasmo. Decide la calidad de
vida que deseas tener.
La felicidad es una decisión consciente que implica tener
una férrea voluntad que venza adversidades, problemas
que puedan surgir y todo aquello que nos pueda dañar
que creamos sea imposible de superar. Pero si tenemos
la suficiente fe diariamente la alcanzaremos.
Y finalmente, ten presente que lo que nos daña no son los
acontecimientos, sino nuestra respuesta ante ellos. Eres
tu, el único dueño y responsable de tu vida, conquístala
diariamente al ejercer tu libertad de decidir y de escoger
ser feliz.
Disfruta cada minuto de tu tiempo, porque el tiempo no
regresa.
Lo que vuelve es solo el arrepentimiento, de haber perdido
el tiempo.
Vacía tu bolsillo para llenar tu mente, que después tu
mente llenará tu bolsillo.
Tus acciones demuestran de qué está hecho tu corazón.
Si lo que te hace feliz, no lastima a nadie, entonces
continúa haciéndolo.
Nunca estarás solo, si estás acompañado de nobles
pensamientos.
Quien te quiera en tu otoño y se enamore de tus ramas
sin hojas, incluso te soporte en tus tiempos de invierno;
sin duda esa persona merecerá tu primavera.
No necesitas mostrar bellezas a los ciegos ni decir
verdades a los sordos.
Basta con no mentir al que te escucha, ni decepcionar
al que confió en ti. Las palabras conquistan
temporalmente, pero los hechos, esos si nos ganan o
nos pierden para siempre.
Siempre recuerda que Dios te creó para que seas feliz y
nada ni nadie podrá impedirlo. Su bendición te acompaña
y te protege siempre.
Podría desearte muchas cosas buenas, pero prefiero
desearte la presencia de Dios en tu vida y así sabré que
nada te faltará. ¡Que Dios te bendiga!...
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